Muchos han malinterpretado la ley de atracción, como si se tratara de pensar en algo y que, por arte de magia, aparezca en la realidad de forma instantánea. No es de extrañar: vivimos en una época donde todo sucede con rapidez. Pedimos algo y lo recibimos al día siguiente —o incluso el mismo día—. Queremos algo y lo compramos de inmediato, a veces solo por sentir ese subidón de dopamina momentáneo. Ese placer instantáneo que puede construirte… o destruirte.
Pero en el deporte de alta resistencia, no existen atajos. Hay que trabajar todos los días. Levantarte cada mañana y hacer lo que dijiste que ibas a hacer, cumplir con cada paso hacia la meta que te propusiste. Ya sea correr un 10K, un medio maratón, un maratón completo o incluso un triatlón, nada de eso se te concede… se conquista. Si lo quieres, tienes que trabajar por ello.
La importancia del proceso: de la mente al cuerpo
Enfocarte en el proceso es fundamental. Son esas pequeñas victorias diarias, como completar un entrenamiento, las que construyen el camino hacia la gran meta. Vemos a los atletas como “semidioses”: todos desean su fama, su éxito y su reconocimiento. Pero pocos ven lo que hay detrás.
Para escalar esa montaña hacen falta tres cosas:
Disciplina. Constancia. Amor propio.
Ese amor que no se grita en redes, sino que se cultiva en las largas horas de entrenamiento, en la sombra, en ese lugar incómodo que nadie ve. Y es ahí, precisamente, donde te construyes.
Pablo Picasso dijo una vez:
“Para construir algo nuevo, primero debes destruir lo anterior.”
En ese sentido, lo más valioso no es solo alcanzar la meta, sino la persona en la que te estás convirtiendo en el camino. Esa persona es la que realmente atraerá aquello que deseas llevar del plano mental al físico.

La ley de atracción comienza por ti
No atraes lo que quieres. Atraes lo que eres.
Si estás buscando evidencia externa para confirmar quién eres, si buscas aprobación constantemente, seguirás atrayendo lo mismo: situaciones, personas y problemas que vibran en esa misma frecuencia de carencia y confusión.
Entonces… ¿qué hacer?
Disponerte a cambiar. Todos tenemos esa capacidad. Nuestro cerebro es plástico, y podemos moldearlo. Pero todo cambio comienza en el mismo lugar: la mente.
Todo lo que ves hoy en el mundo físico, alguna vez fue solo una idea. Y alguien tuvo que convertirse en la persona capaz de materializar esa idea. ¿Estás dispuesto a ser tú ese alguien?
¿Estás dispuesto a cambiar, a dejar de culpar, y a convertirte en la persona que atrae lo que quiere, no solo lo que desea?
En esta lectura, entre líneas, puedes encontrar esa respuesta. Gracias por leer,
Abrazo,
Andy